Sobre la palabra "madurez"

La madurez no consiste en reprimir las emociones, sino en saber expresarlas adecuadamente en el momento oportuno, afrontar las dificultades con racionalidad y resolver los problemas de forma proactiva. El comportamiento infantil de un hombre suele ser una muestra de despreocupación hacia la persona en quien confía, lo cual no significa inmadurez. La verdadera madurez es la capacidad de convivir pacíficamente con uno mismo y con los demás. Cuando solo una de las partes de una relación exige madurez, estabilidad y hacer felices a los demás, solo se generará desequilibrio e ignorará que la otra parte también necesita valor emocional. La madurez debe ser un proceso de comprensión y crecimiento mutuos.

Siempre que hablamos de "madurez", la mayoría de la gente intuitivamente pensará en ella como un rasgo tranquilo y constante, e incluso la equiparará con la "tolerancia" emocional.

Pero, de hecho, la palabra «madurez» se usó originalmente para describir las plantas. Representa un proceso natural, desde la germinación, el crecimiento, la fructificación y, finalmente, la perfección y la abundancia.

La verdadera madurez no significa que una persona carezca de emociones de ahí en adelante, ni que soportarlo todo en silencio sin decir una palabra pueda considerarse un símbolo de madurez. ¡Lo que la gente suele malinterpretar es simplemente la "represión"!

Las personas maduras no están exentas de emociones, pero pueden distinguir cómo y cuándo expresar diferentes emociones y cómo evitar hacerse daño a sí mismos o a los demás.

La verdadera madurez es ser capaz de permanecer sobrio y tranquilo frente a las dificultades y los desafíos, y no enojarse ni llorar por los reveses, ni elegir el silencio y el escape.

Las personas maduras pensarán y buscarán soluciones proactivamente, e incluso estarán dispuestas a coordinar una situación beneficiosa para todos. Esta actitud es señal de verdadera fortaleza.

Ser maduro no significa ya no gustarle a los juguetes ni a las fantasías, sino ser capaz de llevarse bien con la realidad aunque haya un niño viviendo en tu corazón.

Aunque conserves tu imaginación y tu inocencia infantil, también sabes llevarte bien contigo mismo y vivir en paz con los demás, para poder vivir libremente y sin sentirte agraviado.

Hombre, ¡es así de simple!

El lado más auténtico de uno mismo a menudo sólo se muestra a la persona que a uno le gusta o a un verdadero buen hermano.

Sólo en estas relaciones se atreven a ser infantiles, se atreven a bromear y se atreven a actuar con coquetería.

Pero esto no es inmadurez, sino una especie de confianza y relajación. Estar dispuesto a revelar la propia ternura es una madurez más profunda.

A menudo, se abusa de la palabra "madurez". Solemos oír a personas pedirles a sus parejas que sean maduras y estables, pero al mismo tiempo esperan que puedan hacerlas felices en cualquier momento y asumir todos sus valores emocionales.

Tales expectativas desiguales sólo conducirán al final a una relación desequilibrada.

No olvides que esa persona que siempre has esperado, que es madura y constante y quiere consentirte todo el día, es también una persona que necesita ser comprendida, cuidada y tiene emociones.

¡Sólo quieres que la otra persona te dé suficiente valor emocional, pero olvidas que ella también lo necesita!

La madurez no debe ser una especie de presión, sino una especie de poder que nos permita cuidarnos unos a otros y crecer juntos.

¡A la gente de Yilan le encanta hacer fuegos artificiales de vez en cuando!


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