
La amabilidad es una virtud, pero si se usa contra la persona equivocada, se convierte en un grillete. A menudo sostenemos un paraguas para los demás, pero olvidamos que también estamos bajo la lluvia. Si la otra parte nunca comprende y solo da por sentados tus esfuerzos, la relación se desestabilizará. La persona verdaderamente valiosa te apoyará en el paraguas cuando estés empapado, en lugar de dejar que soportes toda la tormenta solo.

La compañía más preciada no es un regalo caro, sino la disposición a dedicarte tiempo. Puedo estar completamente desocupada por ti, responder mensajes al instante y atender llamadas en cualquier momento, solo porque eres importante. Siempre estoy ahí cuando me buscas, no porque no tenga nada que hacer, sino porque vales la pena dejar todo lo demás de lado. Mientras estés aquí, nunca estaré ocupada.

Cuando una relación te irrita e incomoda durante mucho tiempo, y no logras mejorarla con esfuerzo, dejarla puede ser la mejor opción. No es porque la otra persona no sea buena, sino porque tú te has vuelto malo en la relación. Una relación sana debería traer crecimiento y paz, no consumismo ni depresión. Aprender a dejarla es la mayor satisfacción y protección para ti.

La madurez no consiste en reprimir las emociones, sino en saber expresarlas adecuadamente en el momento oportuno, afrontar las dificultades con racionalidad y resolver los problemas de forma proactiva. El comportamiento infantil de un hombre suele ser una muestra de despreocupación hacia la persona en quien confía, lo cual no significa inmadurez. La verdadera madurez es la capacidad de convivir pacíficamente con uno mismo y con los demás. Cuando solo una de las partes de una relación exige madurez, estabilidad y hacer felices a los demás, solo se generará desequilibrio e ignorará que la otra parte también necesita valor emocional. La madurez debe ser un proceso de comprensión y crecimiento mutuos.

Siempre he sabido distinguir entre “gustar” y “amar”, y aunque he tenido muchas relaciones físicas, siempre las he confesado de antemano. Lo que anhelo es el amor a la antigua usanza que puede durar toda la vida, con verdadera devoción y sin rendirse nunca. Aunque a menudo me siento herido e incomprendido, todavía creo que siempre hay alguien por quien vale la pena esperar y que merece mi amor incondicional.

A menudo me preguntan si publicaré otro libro. No tengo ningún plan definido para publicar un libro en este momento. Después de todo, los tipos de artículos que escribo son demasiado amplios. Una vez que haya acumulado suficientes artículos de cada tipo, puedo publicar varios libros electrónicos a la vez y considerar convertirlos en audiolibros.

Cuando estás en el punto más bajo de la vida, aquellos que están dispuestos a creer en ti y animarte son los verdaderos benefactores. Las personas que siempre les gusta menospreciarte a menudo son sólo una proyección de su complejo de inferioridad y no hay necesidad de mantenerlas en tu vida. Las personas que realmente vale la pena conocer pueden hacerte sentir cómodo y seguro. Recuerda ayudar a los demás y la buena suerte volverá a ti.

Cuando conoces a alguien crónicamente negativo, debes ser honesto contigo mismo sobre tu capacidad para manejarlo. Si no puedes manejarlo, debes mantener distancia para evitar fricciones emocionales en ambas partes. En las primeras etapas, puedes escuchar con paciencia y dar consejos neutrales, pero si la otra persona no tiene intención de cambiar y se queja repetidamente, debes expresarle claramente tu negativa a convertirte en un basurero emocional. Sólo caminando con gente con energía positiva podrás llegar más lejos y tener una vida mejor.

La razón principal por la que compré esta casa en Yilan fue porque tenía un pequeño jardín, que es lo que les he dicho a mis invitados a lo largo de los años que este es el tipo de residencia que han estado buscando. Frente a la casa se encuentra el vasto y despejado paisaje, y a lo lejos se pueden ver las magníficas montañas. Este lugar es muy conveniente, con hermosos paisajes, insectos y pájaros cantando. He decidido desde el principio que aquí es donde mis hijos descansarán en paz.

Solía pensar que la persona a mi lado era la más confiable, pero descubrí que las heridas más profundas a menudo provienen de las personas que más me importan. El amor comienza tan suave como la llovizna, pero a menudo termina en determinación e indiferencia. Aprendió a no confiar fácilmente y a no abrirse completamente. El tiempo puede diluirlo todo, pero no puede borrar las cicatrices. El crecimiento es inevitable, pero no vale la pena agradecer el dolor. Desde entonces, sonrió entre la multitud y guardó silencio en la noche. Aprendió a ser reservado, a estar alerta y a avanzar solo.