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La amabilidad es una virtud, ¡pero también debe basarse en principios!

La amabilidad es una virtud, pero si se usa contra la persona equivocada, se convierte en un grillete. A menudo sostenemos un paraguas para los demás, pero olvidamos que también estamos bajo la lluvia. Si la otra parte nunca comprende y solo da por sentados tus esfuerzos, la relación se desestabilizará. La persona verdaderamente valiosa te apoyará en el paraguas cuando estés empapado, en lugar de dejar que soportes toda la tormenta solo.

Para ti, siempre soy libre.

La compañía más preciada no es un regalo caro, sino la disposición a dedicarte tiempo. Puedo estar completamente desocupada por ti, responder mensajes al instante y atender llamadas en cualquier momento, solo porque eres importante. Siempre estoy ahí cuando me buscas, no porque no tenga nada que hacer, sino porque vales la pena dejar todo lo demás de lado. Mientras estés aquí, nunca estaré ocupada.

Irse no se trata de escapar, sino de encontrar tu verdadero yo.

Cuando una relación te irrita e incomoda durante mucho tiempo, y no logras mejorarla con esfuerzo, dejarla puede ser la mejor opción. No es porque la otra persona no sea buena, sino porque tú te has vuelto malo en la relación. Una relación sana debería traer crecimiento y paz, no consumismo ni depresión. Aprender a dejarla es la mayor satisfacción y protección para ti.

Sobre la palabra "madurez"

La madurez no consiste en reprimir las emociones, sino en saber expresarlas adecuadamente en el momento oportuno, afrontar las dificultades con racionalidad y resolver los problemas de forma proactiva. El comportamiento infantil de un hombre suele ser una muestra de despreocupación hacia la persona en quien confía, lo cual no significa inmadurez. La verdadera madurez es la capacidad de convivir pacíficamente con uno mismo y con los demás. Cuando solo una de las partes de una relación exige madurez, estabilidad y hacer felices a los demás, solo se generará desequilibrio e ignorará que la otra parte también necesita valor emocional. La madurez debe ser un proceso de comprensión y crecimiento mutuos.

Las heridas son medallas de crecimiento, pero no hay necesidad de agradecer.

Solía pensar que la persona a mi lado era la más confiable, pero descubrí que las heridas más profundas a menudo provienen de las personas que más me importan. El amor comienza tan suave como la llovizna, pero a menudo termina en determinación e indiferencia. Aprendió a no confiar fácilmente y a no abrirse completamente. El tiempo puede diluirlo todo, pero no puede borrar las cicatrices. El crecimiento es inevitable, pero no vale la pena agradecer el dolor. Desde entonces, sonrió entre la multitud y guardó silencio en la noche. Aprendió a ser reservado, a estar alerta y a avanzar solo.
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